De pronto, en un rayo de sol, nos encontramos. El
haz de luz nos recorre la piel porque el tiempo avanza, porque la noche acecha,
porque los cuerpos desnudos se trazan con partículas incandescentes. La oscuridad entre dos amantes
se termina.
Si así fuera... Pero te miro, frente a mí, con los ojos tostados, el
cabello revuelto, con el amor ése que se escapa de tus dedos que no alcanzan a
tocarme. Tal
vez en otro universo esto fuera posible. Y
da miedo que el reloj marque la hora, fije el plazo, y esto se acabe y no
alcance yo a decirte lo que me abrasa dentro cuando te pienso. El sol camina. Nosotros sentados en cualquier banca, de
cualquier parque, como piezas del aquel rompecabezas que se niega a completarse.
Es infame la desdicha del que
encuentra lo que busca y debe perseguirlo hasta el horizonte, inaprensible.
De pronto, en un rayo de sol, nos congelamos. La
manecilla se detiene. Convulsionan
los sentidos que se mueven por instinto hacia el centímetro siguiente. El centímetro que ocupas, el que ocupa tu
materia, tu temblor.
Si así fuera... Pero
te tengo, a mi lado, a una distancia prudente que cercena los deseos
incompletos sin tu parte. Y
tú, con las palabras que se derraman, jacarandas dulces, buganvilias tiernas,
por tu espalda. Y da miedo que se termine
el aliento de las cosas que nos pasan, los segundos compartidos sin sábanas, el
pasto, el viento helado de diciembre que nos quema la gana de ser si fuéramos
posibles.
De pronto, en un rayo de sol...
No hay nada. Eres
espejo que rechaza las caricias de mi alma.
El tic-tac asesina. Las
letras asfixian.
La posibilidad de evaporarnos, de ser nube
constelada, atraviesa mis pupilas:
fantasía descontrolada, ilusión óptica vacía,
vida de mi vida desterrada.
Mata.
Así suena el corazón cuando se
r o m p e.